La lección de la mariposa

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Un día de primavera, un viajante descansaba tranquilamente al borde del camino bajo un árbol. Mirando la naturaleza que le rodeaba, observó cómo la oruga de una crisálida de mariposa intentaba abrirse paso a través de una pequeña abertura aparecida en el capullo. Estuvo largo rato contemplando cómo la mariposa iba esforzándose hasta que, de repente, pareció detenerse. Tal vez la mariposa –pensó aquel hombre- había llegado al límite de sus fuerzas y no conseguiría ir más lejos.
Así que, decidido a ayudar a la mariposa, cogió unas tijeras de su mochila y ensanchó el orificio del capullo. La mariposa, de esta forma, salió fácilmente. Su cuerpo estaba blanquecino, era pequeño y tenía las alas aplastadas. El hombre, preocupado, continuó observándola esperando que, en cualquier momento, la mariposa abriera sus alas, las estirara y echara a volar. Pero pasó el tiempo y nada de eso ocurrió. La mariposa nunca voló, y las pocas horas que sobrevivió las pasó arrastrando lastimosamente su cuerpo débil y sus alas encogidas hasta que, finalmente, murió.
Aquel caminante, cargado de buenas intenciones, con voluntad de ayudar y evitar el sufrimiento a la mariposa, no comprendió que el esfuerzo de aquel insecto para abrirse camino a través del capullo era absolutamente vital y necesario, pues esa era, precisamente, la manera que la naturaleza había dispuesto para que la circulación de su cuerpo llegara a las alas, y estuviera lista para volar una vez hubiera salido al exterior.

Algunas veces, es justamente tiempo y esfuerzo lo que necesitamos para evolucionar y crecer en nuestra vida. En realidad, si la naturaleza nos permitiese vivir sin obstáculos, quedaríamos muy limitados en nuestro inmenso potencial. Nunca llegaríamos a desarrollar nuestra verdadera plenitud.

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Este cuento, me trae varias reflexiones…

La primera es recordar cuántas veces hemos querido facilitar las cosas a aquellos que hemos visto más perdidos y más débiles, como la sobreprotección de los padres con los hijos, y que sin darnos cuenta les estamos haciendo un flaco favor sin dejar que desarrollen su propia personalidad, impedir que cometan sus propios errores y que aprendan de ellos, porque la mayoría de nosotros ya hemos pasado por eso, pero tenemos que recordar también que hemos salido de ello y nos hemos llevado una valiosa lección para nuestra vida. Dejemos que los demás hagan su propio camino 🙂

Por otra parte, me inspira a ser más paciente tanto en el trabajo como en nuestra vida, con paciencia, esfuerzo y trabajo nacen grandes proyectos, con buenos cimientos, las cosas no se consiguen de la noche a la mañana, todos los atajos aparentemente rápidos que podamos realizar nos darán sólo resultados temporales, trabajemos en algo grandioso!

¿Y a ti que reflexión te deja este cuento?
Si te ha gustado, ayudanos a hacerlo llegar a más personas.
Gracias por leernos.

@minimalizate_

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